Patrimonio
Con respecto al entorno natural hay que resaltar la variedad paisajística y el interés geológico de sus alrededores. “Hemos visto todas las edades de la tierra”, nos dicen los estudiantes de geológicas que cada año vienen a recibir la que califican como “la mejor lección del curso”. El término de Aladrén y buena parte de sus alrededores sorprenderá a los amantes de la naturaleza y a todos aquellos que disfruten de la práctica del senderismo. Su variado paisaje se acomoda a todos los gustos y capacidades.
Al N.O. y al S.E. sendas cimas superan los 1000 metros y a partir de ellas se suceden alturas y valles de muy distinta configuración. A un frondoso pinar que enlaza con el de Paniza sigue hacia el Sur el predominio de la carrasca, luego la sabina y el rebollo, con el romero, el espliego y el tomillo, sin que falte al Norte una amplia meseta llana. Las tierras de labor ocupan todos los valles. Desde el pantano de las Torcas, situado en el municipio de Tosos, a tan sólo 4 Km. de Aladrén, hasta Vistabella, diversos accesos conducen a la parte más desconocida e interesante del río Huerva, con parajes idílicos alternando con macizos rocosos cortados a pico, nido de grandes rapaces.
Los pequeños afluentes y barrancos que confluyen en La Huerva, como “Los estrechos” en el Barranco Hondo, último tramo del río Tremolar, son algo único en Aragón, al menos de los Pirineos abajo.
El principal patrimonio artístico de Aladrén se encuentra en el interior de la iglesia parroquial, ya que las obras que albergaban las dos ermitas – San Clemente y Virgen de las Nieves – se retiraron para evitar robos. No obstante, es interesante visitarlas por su ubicación, que domina interesantes paisajes.
Cabe destacar la reciente reconstrucción de un horno de pan del siglo XVIII.
Todos los autores derivan el nombre de Aladrén de la voz latina Aratrius (el labrador), acusativo “aratorems”. Posiblemente la fundación del lugar tuviera lugar en el periodo tardoromano, época en que se fundaron multitud de “villas” en todo el imperio. Pudo ser también antes, dado que parece que había minas seguramente de hierro. Según Cornide el emplazamiento no era el actual pero estaba cerca. Tal vez en un valle frondoso a poco más de un kilómetro del actual, donde aparecen muchos elementos que hay que seguir estudiando.
Tras la reconquista, junto con Paniza y otros dos pueblos cercanos, Luco y Alcañiz de Huerva, hoy desaparecidos pero perfectamente localizados, fueron donados por Alfonso el Batallador a los hermanos Fruela y Pelayo, no sabemos por cuanto tiempo. Lo que sabemos con seguridad es que fueron de los Urrea, una de las principales familias de Aragón, fundada por Maximiliano de Urrea, un hijo natural del emperador de Alemania que vino en ayuda de Sancho Ramírez a la toma de Barbastro y más tade tomó el apellido Urrea.
El primer documento escrito que hace referencia a Aladrén es el testamento de Ximeno de Urrea legando los pueblos a su hijo y heredero. Pertenecieron a esta familia hasta que en 1348 Pedro IV el Ceremonioso desposeyó a Juan Jiménez de Urrea por haberse sublevado contra el rey con la “unión” de los nobles, que fue derrotada en Épila por el ejército real, que mandaba Don Lope de Luna, en Julio de aquel 1348.
Mediante el pago de 40.000 Libras jaquesas, los pueblos pasaron a la mancomunidad de Daroca. Nueve años después el rey vuelve a adquirir los pueblos por el mismo precio para adjudicarlos al castellano Alvar García de Albornoz que se ha pasado a Aragón desde Cuenca con un niño, Don Sancho, hermanastro de Pedro I el Cruel y hermano por tanto de Don Enrique de Trastámara que ayuda a Aragón en guerra con Castilla.
Cumplido su compromiso, el rey que había perdido Tarazona, logró que Gonzalo Gonzálvez de Lucio se la entregara a cambio de 40000 florines y casarlo con una rica heredera, Violante de Urrea, hija del desposeído Don Juan, alegando que la desposesión no era válida porque Don Juan Jiménez de Urrea al casarse había dado en dote los pueblos a su esposa y por tanto eran suyos. Así pues, devuelve Aladrén, Luco y Paniza a Doña Violante, ahorrándose de paso una buena cantidad que sobre las rentas de Calatayud y Daroca pagaba al matrimonio. Alcañiz de la Huerva lo había vendido antes al Señor de Fuendetodos, Jaulín y Tosos a su amigo Don Juan Fernández de Heredia.
Desconocemos cuándo Aladrén y Paniza volvieron definitivamente a la Mancomunidad de Daroca, aunque sabemos documentalmente que en 1412 pertenecían a los Urrea y en 1442 estaban en la mancomunidad donde siguieron hasta al fin de estas instituciones.
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